El circo que
llegó a la ciudad,
se va yendo.
Primero colgaron
un cartel
que decía
“últimas funciones “
y ahora la carpa
que hasta anoche
estaba henchida
se afloja
parece exhalar.
El payaso, el
mago y los enanos
hoy son hombres
de overol
que tiran
cuerdas,
jalan y
desarman.
Al verlos,
el alma registra
oleadas
de una dulce
triste belleza.
Como si se asomara
a algo
insondable.
Infinitamente
cercano
y lejano a la
vez.
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