Hay
tiempos yermos.
Tiempos
en que la vida
pasa lija por el pecho.
La
poesía por entonces
parece
haberse ido
a
otro barrio.
Toco
su puerta.
Hago
palmas.
La
llamo por su nombre.
Y
nada.
No
quiere verme.
No
quiere hablar.
No
quiere oírme.
Duele
mucho estar sin ella.
Habrá
que armarse de paciencia.
Nada
nuevo bajo el sol.
Ella
es quien abre
y
cierra la puerta.
La
que entra
y
la que se va.
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