Llueve sobre el alma
cuando quiere.
Llueven palabras.
Nace el poema
hablando un poco
otro poco no.
A mitad de jornada
comienza a crecerle
el silencio
y las palabras
son un río manso
que se va yendo
para que el silencio
diga lo mejor.
Luego el poema
se duerme
así
sin más.
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