Se
conocieron hace un tiempo
en
el Centro de Jubilados.
Hablaron
de los hijos
que
se fueron de casa
y
de los nietos .
Más
en confianza, venciendo el pudor,
hablaron
de los que no están.
De
cuanto amor hubo allí
adonde
ahora hay un hueco .
De
cuánto duele ese hueco.
Desde
entonces,
ella
comenzó a demorarse
un
poco más frente al espejo.
El
volvió a afeitarse todos los días.
Una
noche fueron juntos a ver a Django.
De
allí a comer una pizza.
Esa
noche lo dejó entrar a su casa.
Hicieron
sus cosas lo mejor que pudieron.
Al
otro día cada uno pensó para sus adentros
“
no es lo mismo, nunca lo será”.
Ya
se sabe, las comparaciones son odiosas
y
todo tiempo pasado fue mejor.
Un
fin de semana fueron
con
un contigente a las termas.
Él
le contó de ella a sus hijas.
Ella
le contó de él a sus hijos .
Las
hijas de él no la aceptan.
Dicen
“ que se hace la buenita”.
Los
hijos de ella, allí están,
ni
fu ni fa, pero han tomado nota
que
ella volvió a reírse,
casi,
casi como antes .
Y
así siguen yendo.
Cada
tanto se asoman al hueco.
Ahora , no es tan grande.
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