Ya puede verse
la orilla del día.
Fue una noche larga
para qué negarlo.
Los fantasmas
una vez más hicieron de las suyas.
Reviso la herida.
Sigue drenando.
La saludo agradecido
como un discípulo
saluda a su maestro.
Arrancó el motor del mundo
su musiquita.
Afuera, ya se sabe,
está el lobo del hombre y su manada.
Afuera también la buena gente , la gente
buena.
Dos pasos y estaré en la calle.
La piedra en el zapato
dolerá un trecho.
Después no tanto.
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