“Abuelo,
¿querés que juguemos
a
que yo te preparaba comida
y
vos comías?.
“Dale”.
Me
trajo en un plato de juguete
milanesas
con puré invisibles,
me
sirvió “seven at”, así dijo,
en
una tacita de plástico.
De
postre me trajo flan con dulce de leche.
Todo,
todo,
puro aire.
“¿Quiere
algo más señor?” preguntó.
Dije
“ No señora, gracias”.
Y
se fue a seguir jugando sola.
Los
niños lo saben.
Lo
saben bien.
El
verdadero alimento no puede verse.
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