Se apoya sobre mi pecho
unos instantes
antes de dormirse.
Me rodea con su brazo
y se duerme profundamente.
Me quedo allí
con los ojos cerrados
en el templo interior;
quieto por un rato
hasta estar seguro
que se ha dormido.
Al otro día salgo al mundo
como si me hubieran dicho:
" la selección es vos
y diez más".
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