Andar sin ruido.
De ruido, por estos pagos,
ya hay suficiente.
Tampoco hace
falta
levantar la voz.
A las palabras
les basta
con su propio
peso,
con su silencio
y su corazón.
Siempre hay
un buen
entendedor.
Y si no,
se lo espera
todo lo que haga falta.
Irse sin ruido.
Como una nube.
Como una brisa.
Así nomás.
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