Quisiera andar como ese gorrión
que camina por el patio.
Solo se sabrá de él
si se lo vio
o se reconocen sus pisadas.
Solo así.
Procurarme una paciencia infinita,
Sacarle punta una y otra vez
al silencio
para que solito nomás
se apoye en la hoja en blanco
y escriba un poema
que se le parezca.
Pasar sin ruido.
Luego plegar el alma
como se dobla un mantel
o una sábana.
Y nada más.
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