Apoyó
su mano
sobre
mi pecho
hace
mucho tiempo
y
el frío se fue.
La
molienda de los días
hizo
su tarea silenciosa.
Ahora
el corazón
marcha
con intermitencias.
Luce
además
magulladuras
y excoriaciones varias.
Pero
su mano,
su
mano leve
sigue
estando.
Sigue
ahí.
No
se ha ido.
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