Ando
conmigo
todo
el día
en
medio
de
la incesante molienda del mundo.
De
repente
arranca
un poema.
Trato
de escuchar su voz
que
va creciendo
y
de cuidarlo
de
mi sombra.
De
repente también
cuando
él quiere,
el
poema me suelta.
Lo
veo irse
calle
abajo.
Me
dobla en estatura.
Es
todo un hombre.
Ya
no me precisa.
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