El poeta sabe de
la muerte.
Sabe que tarde o
temprano
se llevará todo.
Sabe de la selva
del lenguaje
que envuelve y
atrapa.
Entra y sale
de la espesura.
Toma solo lo que
precisa
para la jornada.
Lo hace en
silencio
casi flotando.
Permanece allí
lo justo y
necesario.
Las fieras del
culto a sí mismo
están
agazapadas.
Mutan una y otra
vez
para no ser
reconocidas.
Borran
minuciosamente
el sendero que
lleva
hacia el mundo.
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