Sigilo


sábado, 23 de julio de 2016

LUCES

La anciana se detuvo frente a la virgen
en la plaza.
Ha dejado la bolsa de compras en el suelo.
Toca con su mano derecha el vidrio.
En la otra tiene un rosario.
Musita algunas palabras.

Ayer leí el libro
de un poeta que le habla a mi alma
como si fuera un hermano mayor.

Poso la mano en su lomo.
Creo en él.
En cada una de sus líneas
y en los silencios que esconden.

Me eleva.
Me redime.
Me salva.

Se ha hecho de noche
en este lado del mundo.

Pienso en la señora de la plaza.

Tal vez el viajero que va
en ese avión que pasa alto,
muy alto,
se asome a la ventanilla
y no encuentre diferencia alguna
entre la luz de su casa
y la mía.

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