Debajo del agua se está bien.
Hay un silencio sereno.
Uno está con uno y su respiración.
Pero hay que subir
a la superficie cada tanto.
Ir hacia lo profundo
y quedarse allí sería letal.
Y afuera,
un mundo brutal y hermoso.
El otro y sus dentelladas.
El otro y su ternura.
El otro depredador.
El otro y su pequeña emoción.
El otro que nos completa.
Hablo de seres anfibios.
Mamíferos hambrientos y sedientos
de soledad y abrazos
de abrazos y soledad.
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